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Adoración Nocturna Española

 

Adorado sea el Santísimo Sacramento   

 Ave María Purísima  

 

 

Vigilia de Corpus Christi
del Manual de la Adoración Nocturna Española

 

I VÍSPERAS SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI

 
(De pie. + Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
Presidente:

Dios mío, ven en mi auxilio.

Todos:

Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. (Aleluya).

 

HIMNO
(De pie. Todos. Cantado)

Que la lengua humana
cante este misterio:
la preciosa sangre
y el precioso cuerpo.
Quien nació de Virgen
Rey del universo,
por salvar al mundo,
dio su sangre en precio.
Se entregó a nosotros,
se nos dio naciendo
de una casta Virgen;
y, acabado el tiempo,
tras haber sembrado
la palabra al pueblo,
coronó su obra
con prodigio excelso.

Fue en la última cena
- ágape fraterno -,
tras comer la Pascua
según mandamiento,
con sus propias manos
repartió su cuerpo,
lo entregó a los Doce
para su alimento.

La Palabra es carne
y hace carne y cuerpo
con palabra suya
lo que fue pan nuestro.
Hace sangre el vino,
y, aunque no entendemos,
basta fe, si existe
corazón sincero.

Adorad postrados
este Sacramento.
Cesa el viejo rito;
se establece el nuevo.
Dudan los sentidos
y el entendimiento:
que la fe lo supla
con asentimiento.

Himnos de alabanza,
bendición y obsequio;
por igual la gloria
y el poder y el reino
al eterno Padre
con el Hijo eterno
y el divino Espíritu
que procede de ellos. Amén.

SALMODIA:
(Sentado. A dos coros)
Antífona 1
Salmista:

El Señor, piadoso y clemente, da alimento a sus fieles en recuerdo de sus maravillas.

Salmo 110: Grandes son las obras del Señor

Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.

Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.

Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles.

Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.

Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.

Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Todos:

El Señor, piadoso y clemente, da alimento a sus fieles en recuerdo de sus maravillas.

(Breve pausa para reflexionar)
Antífona 2
Todos:

El Señor ha puesto paz en las fronteras de la Iglesia y nos sacia con flor de harina.

Salmo 147: Acción de gracias por la restauración de Jerusalén

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Todos:

El Señor ha puesto paz en las fronteras de la Iglesia y nos sacia con flor de harina.

(Breve pausa para reflexionar)
Antífona 3
Todos:

Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre él que os da el verdadero pan del cielo. Aleluya.

Cántico

Apocalipsis 11, 17-18;12, 10b-12a: El juicio de Dios

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Todos:

Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre él que os da el verdadero pan del cielo. Aleluya.

(Breve pausa para reflexionar)

SANTA MISA

Después de recitado el Cántico de las I Vísperas comienza la Santa Misa con el canto del Gloria.
La Santa Misa corresponde a la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

GLORIA

GLORIA A DIOS EN EL CIELO,
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES
QUE AMA EL SEÑOR.
Por tu inmensa gloria
te alabamos,
te bendecimos,
te adoramos,
te glorificamos,
te damos gracias.

GLORIA A DIOS EN EL CIELO…
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor Hijo único, Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre:

GLORIA A DIOS EN EL CIELO…
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros:

GLORIA A DIOS EN EL CIELO…
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre.
Amén.

ORACIÓN COLECTA

Celebrante:

Oremos: Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas con el Padre, en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén.

LITURGIA DE LA PALABRA Y HOMILÍA

Terminada ésta se procederá a la imposición de distintivos a los nuevos adoradores Activos, Veteranos y Veteranos Constantes.
IMPOSICION DEL DISTINTIVO a los nuevos adoradores (Pág. 593 y 594):
Un Adorador/a nuevo/a, en nombre de los que se les va a imponer el distintivo, leerá pausadamente desde el ambón el Acto de Consagración.

ACTO DE CONSAGRACIÓN

(Pág. 593):
Lector:

Señor: Nos presentamos ante ti los que queremos ser adoradores/as nocturnos/as.
Un día más o menos lejano, tú nos saliste al encuentro.
Nos sacaste de las tinieblas en que estábamos sumergidos y nos bañaste con la luz de tu bautismo.
Cuando el peligro empezó a rodearnos en nuestra vida personal, quisiste ungirnos con tu crisma para hacernos miembros fuertes de tu Cuerpo místico.
Sobre todo tú, hecho pan para alimento de los hombres, comenzaste a transformarnos en ti mismo con tu rica vida eucarística.
Hoy, tú nos llamas a cada uno por nuestro nombre. Y nos llamas a ser adoradores/as nocturnos/as.
Nuestra respuesta a tu llamada es solamente una: Prometemos vivir fielmente como adoradores/as.
Nuestros méritos son: Nuestra pequeñez, nuestra debilidad, nuestra cobardía; pero por encima de todo, tú sabes que te amamos y que queremos estar contigo en la soledad y en el silencio de tus noches de Eucaristía. María, Madre de Dios, Madre de la Iglesia, y Madre nuestra, ayúdanos siempre a cumplir nuestro compromiso.

Todos: Amén.
Celebrante:

Oremos: Os incorporamos a la Adoración Nocturna Española haciéndoos participantes de todas las gracias y bienes espirituales de esta Sección. En el nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo.

BENDICIÓN E IMPOSICIÓN DE DISTINTIVOS (Pág. 594):

Se coloca una mesa en el centro del presbiterio con los distintivos a imponer en una bandeja.
El o la Presidente de la Sección enciende un cirio en la lámpara del Sagrario o en el Cirio Pascual y se coloca junto al celebrante.
Celebrante:

Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

Todos:

Que hizo el cielo y la tierra.

Celebrante:

Señor, escucha nuestra oración.

Todos:

Y llegue a ti nuestro clamor.

Celebrante:

El Señor esté con vosotros.

Todos:

Y con tu espíritu.

Celebrante:

Oremos: Oh Dios de quien proceden todos los bienes: te suplicamos que te dignes bendecir y santificar estos distintivos de la Adoración Nocturna. Que aquellos a quienes les sean impuestos fructifiquen en la santidad para gloria y alabanza tuya. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos:

Amén.

Celebrante:

Recibid el signo de la Adoración Nocturna para que os sirva de escudo en las luchas de la vida, os recuerde la necesidad de buscar constantemente la gracia del Señor y os haga alabar y bendecir al Santísimo Sacramento.
Y recibid también la vela encendida, para que seáis luz del mundo y conservéis en él íntegra la fe, fortalecida la esperanza y aumentada la caridad.
En el nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo.

Todos:

Amén.

El Secretario/a del Consejo de la Sección llama uno a uno a los nuevos Adoradores/as, a lo que responden: "VIVA JESUS" y suben al Presbiterio para recibir de manos del Celebrante el Distintivo. Al subir al Presbiterio, el Vicesecretario les entrega una vela que encienden del cirio del Presidente y se colocan en semicírculo en el Presbiterio, mirando al Altar.
Colocados todos, el Celebrante les entrega el distintivo.
Terminada la entrega a todos, apagan las velas y las devuelven al Vicesecretario.
Los nuevos adoradores pasan ante la Bandera, en la peana, al lado del Evangelio, la besan y se retiran a sus puestos.

IMPOSICIÓN DEL DISTINTIVO a los veteranos (Pág. 513):

El Presidente de la Sección, desde el Presbiterio y dirigiéndose al Altar, dice:

Junto con el pan y el vino, que muy pronto, Señor, se convertirán en tu Cuerpo y tu Sangre, te ofrecemos la constancia de estos Adoradores Nocturnos que por tu gracia se han hecho acreedores al título de Veterano o de Veterano Constante.
Estamos seguro, Señor, de que no les va a faltar tu recompensa misericordiosa.
No necesitan para ello presentarse ante Ti con el distintivo que ahora les imponemos; pero lo van a llevar en la solapa como expresión de su agradecimiento por el honor que les has dispensando al admitirlos tantas noches en tu compañía; lo llevarán como estímulo a su perseverancia en la Adoración Nocturna mientras puedan, y como indicador de su compromiso de fidelidad hacia Ti.

A continuación, el Secretario/a del Consejo de la Sección los irá llamado por su nombre y apellidos; a lo que responden: "VIVA JESUS" y suben al Presbiterio. Se acercarán al Celebrante, en semicírculo, mirando al Altar, el cual, una vez colocados, les preguntará:
Celebrante:

Un Adorador Veterano debe ser «luz sobre el candelero», «sal de la tierra» y «testigo de Jesucristo hasta los extremos de la tierra»; debe traer más almas al seguimiento, al amor y a la compañía de Jesús Sacramentado.
¿Prometéis cumplir todas las obligaciones propias de la condición de Veterano y de Veterano Constante, con mayor estudio que os haga «estar siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os lo pidiere», con mayor santidad como nos exige el Vaticano II según mandato de Cristo, y con mayor acción apostólica para ayudar a creer a los que no creen y amar a Cristo a los que no le aman, y hacer aumentar el número de los Adoradores en España y en el Mundo?

Veteranos:

Lo prometemos.

Celebrante:

Pues yo os bendigo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

El Presidente entrega a cada uno el distintivo correspondiente. Mientras tanto los asistentes cantan:

Una espiga dorada por el sol,
el racimo que corta el viñador,
se convierten ahora en pan y vino de amor,
en el cuerpo y la sangre del Señor.

Compartimos la misma comunión.
Somos trigos del mismo sembrador,
un molino, la vida, nos tritura con dolor.
Dios se hace Eucaristía en el amor.

Terminada la distribución, una vez todos en sus puestos, todos los adoradores/as presentes recitan en voz alta el Compromiso de Fidelidad (Pág. 514) (Estatutos, art. 15). COMPROMISO DE FIDELIDAD (Pág. 514):
(Todos. De pie)

Soberano Dios y Señor:
Confiados en tu misericordia, prometemos defender el dogma de la sagrada Eucaristía y las prerrogativas de la Virgen María, Madre de Dios, tal como nos enseña el Magisterio de la Iglesia Católica.
Prometemos, además, leal acatamiento y obediencia a cuanto enseñen y manden, en el ejercicio de su santa misión apostólica, nuestro Padre el Papa, o nuestros Obispos en comunión con la Santa Sede.
Creemos, Señor, robustece nuestra fe.
Sálvanos, Señor, para que no perezcamos.

Prosigue la Santa Misa

ORACIÓN DE LOS FIELES

(Pág. 11, más una a los adoradores).
Celebrante:

Cristo nos invita a todos a su cena, en la cual entrega su cuerpo y su sangre para la vida del mundo. Digámosle: Cristo, pan celestial, danos la vida eterna.

Todos:

Cristo, pan celestial, danos la vida eterna.

Esta respuesta puede repetirse después de cada una de las peticiones, o bien usar como respuesta la segunda parte de la petición.
Salmista:

Cristo, Hijo de Dios vivo, que mandaste celebrar la cena eucarística en memoria tuya,
- enriquece a tu Iglesia con la constante celebración de tus misterios.

Salmista:

Cristo, sacerdote único del Altísimo, que encomendaste a los sacerdotes ofrecer tu sacramento,
- haz que su vida sea fiel reflejo de lo que celebran sacramentalmente.

Salmista:

Cristo, maná del cielo, que haces que formemos un solo cuerpo todos los que comemos del mismo pan,
- refuerza la paz y la armonía de todos los que creemos en ti.

Salmista:

Cristo, médico celestial, que por medio de tu pan nos das un remedio de inmortalidad y una prenda de resurrección,
- devuelve la salud a los enfermos y la esperanza viva a los pecadores.

Salmista:

Cristo, pastor y pasto de nuestras almas, que convo-cas a tu presencia, en las horas de la noche, a nuevos adoradores, haz que permanezcan siempre fieles a su promesa y a nosotros danos perseverancia para cumplirla.
- Cristo, pan celestial, danos la vida eterna.

Salmista:

Cristo, rey venidero, que mandaste celebrar tus misterios para proclamar tu muerte hasta que vuelvas, - haz que participen de tu resurrección todos los que han muerto en ti.

Celebrante:

Señor, atiende lo que tu pueblo con fe te implora y aliméntanos con tu Palabra y tu eucaristía. Te lo pedimos a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

OFERTORIO: (pan y vino)

Monitor:

Junto al pan y al vino nos ofrecemos nosotros, Señor, adoradores y adoradoras tuyos, una vez renovado el compromiso de fidelidad, para que, alimentados con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo seamos dignos de servirte.

Después de la Comunión, el ministro expone el Santísimo. Expuesto el Santísimo, se recita el Cántico Evangélico (Magníficat) por toda la asamblea, mientras, el ministro lo inciensa junto con el altar.

EXPOSICIÓN DE SU DIVINA MAJESTAD

CÁNTICO EVANGÉLICO (CÁNTICO DE MARÍA) (Pág. 9)
Celebrante:

¡Qué bueno es, Señor, tu espíritu! Para demostrar a tus hijos tu ternura, les has dado un pan delicioso bajado del cielo, que colma de bienes a los hambrientos, y deja vacíos a los ricos hastiados.

MAGNÍFICAT (LC 1,46-55): ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
(De pie. Todos. + Se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí, su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu…

Todos:

¡Qué bueno es, Señor, tu espíritu! Para demostrar a tus hijos tu ternura, les has dado un pan delicioso bajado del cielo, que colma de bienes a los hambrientos, y deja vacíos a los ricos hastiados.

La Santa Misa termina con la oración de Poscomunión, omitiéndose el rito de despedida.
Celebrante:

Bendigamos al Señor.

Todos:

Demos gracias a Dios.

Terminada la Santa Misa, con el Santísimo expuesto, y tras un breve tiempo de oración en silencio, se reza la oración de Presentación de Adoradores.

 

ORACÍÓN DE PRESENTACIÓN DE ADORADORES

(Págs. 14 ó 515)
De rodillas

"Quédate con nosotros, Señor"

Quédate con nosotros hoy, y quédate de ahora en adelante, todos los días, según el deseo de nuestro corazón.

Quédate para que podamos encontrarnos contigo en la plegaria de adoración y de acción de gracias, en la plegaria de expiación y de petición.

Quédate tú que estás simultáneamente velado en el misterio eucarístico de la fe, y desvelado bajo las especies del pan y del vino que has asumido en este sacramento.

Deseamos adorarte cada día y cada hora a ti, oculto bajo las especies del pan y del vino, para renovar la esperanza de la "llamada a la gloria" cuyo comienzo lo has instituido tú con tu cuerpo glorificado "a la derecha del Padre".

Señor, un día preguntaste a Pedro: "¿Me amas?". Se lo preguntaste por tres veces. Y tres veces el Apóstol respondió: "Señor, tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo."

Que la respuesta de Pedro se exprese mediante la adoración de esta tarde y de todo el día. De todos los días.

Que todos los que participamos en la adoración de tu presencia eucarística demos testimonio y hagamos resonar por doquier la verdad encerrada en las palabras del Apóstol:
"Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te amo."

    De la Oración con que el Papa Juan PabloII inauguró el 2 de diciembre de 1981 la Adoración solemne al Santísimo Sacramento en la basílica de San Pedro.

VIGILIA

(Pág. 516) (Sentados)
Monitor:

Hermanos: "La Iglesia a la que todos hemos sido llamados en Cristo Jesús" constitución dogmática sobre la Iglesia, nº 8), se define a sí misma con las palabras de san Agustín como una "Iglesia que va peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios" (Ibídem).
Imagen de este peregrinar fue el paso de los israelitas a través del desierto, durante cuarenta años, desde Egipto a la Tierra de Promisión.
Ahora, como entonces -incomparablemente mejor ahora que entonces-, Dios, Padre providente, nos acompaña en el viaje con su presencia, nos dirige con su Palabra, nos alimenta y conforta con el Pan enviado del cielo.
Al recordar esta noche aquel viaje de nuestros predecesores en la fe, actualizaremos en nosotros la consoladora realidad de la presencia de Jesús, peregrino con los hombres; sentiremos el calor de su Palabra; y experimentaremos la fuerza que para caminar y luchar nos proporciona su Cuerpo y su Sangre, recibido en alimento de nuestras almas.

Lector:

Lectura del Libro Tercero de los Reyes (19, 1-8)

Ajab refirió a Jezabel cuanto había hecho Elías y como había pasado a cuchillo a todos los profetas. Envió Jezabel un mensajero a Elías diciendo: «Que los dioses me hagan esto y me añadan esto otro si mañana a estas horas no he puesto tu alma igual que el alma de uno de ellos.» El tuvo miedo, se levantó y se fue para salvar su vida. Llegó a Bersebá de Judá, y dejó allí a su criado. Continuó el por el desierto una jornada de camino, y al final se sentó bajo una retama, y se deseó la muerte diciendo: "Basta ya, Señor. Quítame la vida, pues yo no valgo más que mis padres". Se echó debajo de la retama y se quedó dormido. De pronto un ángel le tocó y le dijo: "Levántate, come." Miró Elías y vio a su cabecera un pan cocido en las brasas y una jarra de agua. Comió, bebió y volvió a echarse. Pero el ángel del Señor le tocó por segunda vez diciendo: «Levántate, come, que el camino es superior a tus fuerzas.» Se levantó Elías, comió y bebió, y con la fuerza de aquel alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.

(Se hace una breve pausa)
(De pie. Recitado a dos coros)

Me da compasión esta muchedumbre porque hace ya tres días que me siguen y no tienen que comer; si los despido ayunos para sus casas, desfallecerán en el camino.

Tomad y comed, que este es mi cuerpo. Tomad y bebed que esta es mi Sangre. Haced esto en memoria mía.

Yo soy el Pan de Vida; el que viene a mi no tendrá más hambre, y el que cree en mí jamás tendrá sed.

Tomad y comed, que este es mi cuerpo. Tomad y bebed que esta es mi Sangre. Haced esto en memoria mía.

Todos: (cantado):

El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar.

SALMO 22

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Todos: (cantado):

El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar.

(Breve pausa)
Sentados
Monitor:

   La noche antes de salir los israelitas de Egipto, Dios exterminó a los primogénitos de los egipcios, respetando las casas de los israelitas cuyas puertas habían sido señaladas con la sangre del cordero, que cada familia había sacrificado por orden expresa del mismo Dios. Ese cordero era imagen de Cristo, cuya Sangre derramada en la Cruz nos libra del pecado y de la muerte.

Lector:

Lectura del Libro del Éxodo (12, 21-27)

   Llamó Moisés a todos los ancianos de Israel y les dijo: «Id en busca de reses menores para vuestras familias e inmolad la pascua. Tomaréis un manojo de hisopo, lo mojaréis en la sangre que está en la vasija y untaréis el dintel y las dos jambas con la sangre de la vasija; y ninguno de vosotros saldrá de la puerta de su casa hasta la mañana. Yahveh pasará y herirá a los egipcios, pero al ver la sangre en el dintel y en las dos jambas, Yahveh pasará de largo por aquella puerta y no permitirá que el Exterminador entre en vuestras casas para herir. Guardad este mandato como Institución perpetua para vosotros y vuestros hijos. También guardaréis este rito cuando entréis en la tierra que os dará Yahveh, según su promesa. Y cuando os pregunten vuestros hijos: ¿Qué significa para vosotros este rito?, responderéis: Este es el sacrificio de la Pascua de Yahveh, que pasó de largo por las casas de los israelitas en Egipto cuando hirió a los egipcios y salvó nuestras casas».

    Entonces el pueblo se postró para adorar.

(Breve pausa)

(De pie. Recitado a dos coros)

Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.

Todos andábamos errantes, como ovejas, siguiendo cada uno su camino, y dios cargó sobre él la iniquidad de todos nosotros. Maltratado y afligido, no abrió la boca, como cordero llevado al matadero.

Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.

Este es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros. Esta es mi Sangre, que por vosotros será derramada.

Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.

Cantan todos:

Altísimo Señor,
que supiste juntar,
a un tiempo en el altar,
ser cordero y pastor.
Confieso con dolor
que hice mal en huir
de quien por mí quiso morir.
Cordero celestial,
pan nacido en Belén,
si no te como bien
me sucederá mal.
Sois todo piedra imán
que atrae el corazón
de quien os rinde adoración.

(Breve pausa)
Sentados
Monitor:

    A lo largo de su peregrinar por el desierto, los israelitas fueron alimentados prodigiosamente con el maná que prefiguraba el alimento eucarístico infinitamente superior.

Lector:

Lectura del Libro del Éxodo (16, 1-3. 11-16)

    Partieron de Elim, y toda la comunidad de los israelitas llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y el Sinaí, el día quince del segundo mes después de su salida del país de Egipto. Toda la comunidad de los hijos de Israel empezó a murmurar contra Moisés y Aarón en el desierto. Los hijos de Israel les decían: «¡Ojalá hubiéramos muerto a manos de Yahveh en la tierra de Egipto cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan en abundancia! Vosotros nos habéis traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea».

    Y Yahveh habló a Moisés, diciendo: «He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Diles: Al atardecer comeréis carne y por la mañana os hartaréis de pan; y así sabréis que yo soy Yahveh, vuestro Dios». Aquella misma tarde vinieron las codornices y cubrieron el campamento; y por la mañana había una capa de rocío en torno al campamento. Y al evaporarse la capa de rocío apareció sobre el suelo del desierto una cosa menuda, como granos, parecida a la escarcha de la tierra. Cuando los hijos de Israel lo vieron, se decían unos a otros: «¿Qué es esto?» Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: «Este es el pan que Yahveh os da por alimento. He aquí lo que manda Yahveh: Que cada uno recoja cuanto necesite para comer, un gomor por cabeza, según el número de los miembros de vuestra familia; cada uno recogerá para la gente de su tienda».

(Breve pausa)
De pie. Recitado a dos coros

Moisés no os dio pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que bajo del cielo y da la vida al mundo.

Este es el pan bajado del cielo. No como el pan que comieron los padres y murieron. El que coma de este pan, vivirá para siempre.

Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron. Este es el pan que baja del cielo, para que el que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre, y el pan que yo le daré es mi Carne para vida del mundo.

Este es el pan bajado del cielo. No como el pan que comieron los padres y murieron. El que coma de este pan, vivirá para siempre.

Cantando
Todos:

Tú eres, Señor, el pan de vida.

Coro:

Mi padre es quien os da verdadero Pan del Cielo.

Todos:

Tú eres, Señor, el pan de vida.

Coro:

Quien come de este Pan, vivirá eternamente.

Todos:

Tú eres, Señor, el pan de vida.

Coro:

Aquel que venga a Mi, no padecerá más hambre.

Todos:

Tú eres, Señor, el pan de vida.

Coro:

Mi carne es el manjar, y mi sangre es la bebida.

Todos:

Tú eres, Señor, el pan de vida.

Coro:

El Pan que Yo daré, ha de ser mi propia Carne.

Todos:

Tú eres, Señor, el pan de vida.

Coro:

Quien come de mi carne, mora en Mi y Yo en él.

Todos:

Tú eres, Señor, el pan de vida.

Coro:

Bebed todos de él, es el Cáliz de mi Sangre.

Todos:

Tú eres, Señor, el pan de vida.

Coro:

Yo soy el Pan de Vida, que ha bajado de los cielos.

Todos:

Tú eres, Señor, el pan de vida.

Coro:

Si no coméis mi Carne, no tendréis Vida en vosotros.

Todos:

Tú eres, Señor, el pan de vida.

Coro:

Si no bebéis mi Sangre, no tendréis Vida en vosotros.

Todos:

Tú eres, Señor, el pan de vida.

Coro:

Quien bebe de mi Sangre, tiene ya la Vida eterna.

Todos:

Tú eres, Señor, el pan de vida.

Coro:

Mi Cuerpo recibid entregado por vosotros.

Todos:

Tú eres, Señor, el pan de vida.

Sentados
Monitor:

    Cuando el sol abrasador de la península del Sinaí, y el aire reseco del arenal, estaba a punto de hacer morir de sed a los israelitas, Dios mando que Moisés hiciera brotar de la roca aguas abundantes. Este agua era imagen de la abundancia de gracias que Jesús habría de derramar sobre nosotros a través de los sacramentos.

Lector:

Lectura del Libro del Éxodo (17, 1-7)

   Toda la comunidad de los hijos de Israel partió del desierto de Sin, a la orden de Yahveh, para continuar sus jornadas; y acamparon en Refidim, donde el pueblo no encontró agua para beber. El pueblo entonces se querelló contra Moisés, diciendo: «Danos agua para beber». Respondió Moisés: «¿Por qué tentáis a Yahveh?». Pero el pueblo, torturado por la sed, siguió murmurando contra Moisés: «¿Nos has hecho salir de Egipto para hacerme morir de sed, a nosotros, a nuestro hijos y a nuestros ganados?». Clamó Moisés a Yahveh y dijo: «¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me apedreen». Respondió Yahveh a Moisés: «Preséntate al pueblo, llevando contigo algunos de los ancianos de Israel; lleva también en tu mano el cayado con que golpeaste el río y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña, y saldrá de ella agua para que beba el pueblo». Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Aquel lugar se llamó Massá y Meribá, a causa de la querella de los hijos de Israel, y por haber tentado a Yahveh, diciendo: "¿Está Yahveh entre nosotros o no?"

(Breve pausa)
De pie. Recitado a dos coros

Quien bebe de este agua volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le diere no tendrá jamás sed; porque el agua que yo le dé se hará en él una fuente que salte hasta la vida eterna.

Señor, dame de esa agua, para que no sienta más sed.

Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, según las Escrituras, ríos de agua viva correrán en su seno.

Señor, dame de esa agua, para que no sienta más sed.

Cantan todos

De rodillas, Señor, ante el sagrario,
que guarda cuanto queda de amor y de unidad,
venimos con las flores de un deseo,
para que nos las cambies en frutos de verdad.

Cristo en todas las almas,
y en el mundo la paz.

Como estás, mi Señor, en la Custodia,
igual que la palmera que alegra el arenal,
queremos que en el centro de la vida
reine sobre las cosas tu ardiente caridad.

Cristo en todas las almas,
y en el mundo la paz.

(Breve pausa)
Sentados
Monitor:

    Al fin de este recorrido que nos ha hecho recordar, acompañados por Jesús, la peregrinación de nuestros padres por el desierto, bueno será recoger el fruto de lo que hemos revivido y formular nuestro compromiso, aleccionados por las enseñanzas del Apóstol San Pablo.

Lector:

Lectura de la primera carta de San Pablo a los Corintios (1Cor 10, 1-6. 11-13. 16-17. 20-21)

    No quiero, hermanos, que ignoréis, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, que todos atravesaron el mar; y todos siguieron a Moisés bajo la nube y por el mar; que todos comieron el mismo pan espiritual y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo; pero Dios no se agradó de la mayor parte de ellos, pues fueron postrados en el desierto. Esto fue en figura nuestra, para que no codiciemos lo malo, como lo codiciaron ellos.

    Todas estas cosas les sucedieron a ellos en figura y fueron escritas para amonestarnos a nosotros, para quienes ha llegado el fin de los tiempos. Así, pues, el que cree estar de pie, mire no caiga; no os ha sobrevenido tentación que no fuera humana, y fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas; antes dispondrá con la tentación el éxito para que podáis resistirla.

    El Cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es la comunión del Cuerpo de Cristo? Porque el pan es uno, somos muchos un solo cuerpo, pues todos participamos de ese único pan.

    Antes, bien, digo que lo que sacrifican los gentiles, a los demonios y no a Dios lo sacrifican y no quiero yo que vosotros tengáis parte con los demonios. No podéis beber el Cáliz del Señor y el cáliz de los demonios. No podéis tener parte en la mesa del Señor y en la mesa de los demonios.

(Breve pausa)
Director:

    La presencia real de Cristo entre Nosotros, su sacrificio redentor que se renueva en la Santa Misa, y la recepción de su cuerpo y de su Sangre como alimento en la Comunión, constituyen para nosotros un honor, pero también una gran responsabilidad. Todo ello nos obliga a alistarnos bajo la bandera de Cristo con todas sus consecuencias, sobre todo a vivir en la caridad la comunión con todos los que participan en la misma fe, se benefician de la misma redención y se alimentan con el mismo pan que ha bajado del cielo.

CONCLUSIÓN

De rodillas

Tantum ergo sacramentum
veneremur cernui,
et antiquum documentum
novo cedat ritui;
praestet fides supplementum
sensuum defectui.

Genitori, Genitoque
laus et jubilatio,
salus, honor, virtus quoque
sit et benedictio:
procedenti ab utroque
compar sit laudatio. Amén.

Director:

Les diste pan del cielo.

Todos:

Que encierra en sí todo deleite.

Director:

Oremos:

    Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas con el Padre, en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos.

Todos:

Amén.

Este último canto y su correspondiente oración conclusiva tienen concedida precisamente en la presente solemnidad Indulgencia Plenaria. (Enchiridion Indulgentiarum, num 59).
Reservado el Santísimo, y antes de despedir a la asamblea, se canta la Salve a la Virgen o un canto apropiado.

 

 

La Vigilia de la Adoración Nocturna es esencialmente una Vigilia de oración y adoración centrada en la Eucaristía, en nombre de toda la Iglesia. Nunca podrán faltar en nuestras vigilias: la oración personal y la oración litúrgica comunitaria que nos vincula a la Iglesia. 

La Liturgia de las Horas es la oración que la Iglesia, en unión con Jesucristo, su Cabeza, y por medio de Él, ofrece a Dios. Se llama de las horas porque se efectúa en los principales momentos de cada día, que así es santificado junto con la actividad de los hombres (Laudes al comenzar el día; Vísperas al caer la tarde, Completas al acostarse...).

El Oficio de Lectura, desde los primeros siglos de la Iglesia, era la oración nocturna de los monjes mientras los hombres descansan; la alabanza y la oración del Señor no debe interrumpirse ni durante la noche.