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Adoración Nocturna Española

 

Adorado sea el Santísimo Sacramento   

 Ave María Purísima  

 
 

Liturgia de las Horas

 

Santos y Beatos

Nª Sª de la Fuencisla, Cleofás NT, Fermín ob mr, Pablo y Tata y 4 hijos mrs.
 

 

5RAFAEL PARDO MOLINA (1899-1936)

Dominico, fue sacristán menor. Adorador en Valencia en su juventud.

Martirizado el 25 de septiembre.       Fiesta: 22 septiembre 

 

         RAFAEL PARDO MOLINA nació en Valencia el 28 de octubre de 1899, y tuvo que ayudar a su padre en las labores de la huerta al ser el hijo mayor. Pero también era catequista en la parroquia de San Valero en su barrio de Ruzafa, socio de la Adoración Nocturna y de la Cofradía de San Felipe Neri. Ante los problemas familiares, optó por profesar como Hermano Cooperador en los Dominicos. Fue sacristán menor. Cuando amenazaba la persecución religiosa ocultó en casas particulares parte de los objetos de culto, los cuales fueron requisados y tuvo la valentía de presentarse, con un abogado, en la Alcaldía de Valencia a denunciar el saqueo y consiguió que fueran depositados en el Ayuntamiento y, después de la guerra, fueron en parte recuperados. Como tantos otros fue denunciado, detenido, apresado y, finalmente, martirizado el 25 de septiembre de 1936.

 

5RAFAEL CALATRAVA ROS (1881-1936)

y su hijo

5JAIME CALATRAVA ROMERO (1913-1936)

Ambos eran abogados. El hijo no quiso dejar a su padre. Eran adoradores en Almería.

Martirizados el 25 de septiembre en el Tahal.    Fiesta: 6  noviembre    

   

 

         RAFAEL CALATRAVA ROS nació el 9 de agosto de 1881 en Almería. Se doctoró en Derecho en la Universidad de Granada. Fue un abogado ejemplar y respetado por sus colegas, publicó algunas obras que muestran su gran saber. Lo distinguía un compromiso vital para con la justicia, sin reparar en sacrificios y siempre desde la humildad. Muy devoto de la Santísima Virgen y de santa Teresa de Jesús, adorador nocturno en Almería. Era íntimo amigo de don José Álvarez Benavides de la Torre, con él y otros católicos, se ocupó, por disposición de los Prelados, del Monte de Piedad del Obispado. En 1911 se casó en Granada con Carmen Romero formando un hogar cristiano de once hijos. ―Mi padre, recordaba Concepción, era un hombre muy recto, muy caballero, le teníamos mucho cariño. Como cristiano puedo decir que era un católico practicante convencido. Tenía caridad con el prójimo; era buen esposo, buen padre, daba muchas limosnas a los pobres, pero no alardeaba por ello. En la Persecución no se acobardó; al contrario, pudo esconderse y no lo hizo. Se entregó dócilmente y con gran valentía soportó la prisión y el martirio‖.

         JAIME CALATRAVA ROMERO nació en Granada a finales del año 1913. Destacó por su piedad y simpatía. Era muy devoto de la patrona de Almería a la que visitaba diariamente. Cursó brillantes estudios en el Colegio de la Salle y en la Universidad de Granada se licenció en Derecho, trabajando desde entonces como abogado en el despacho de su padre. En los difíciles tiempos de la II República fundó la Asociación de Estudiantes Católicos e ingresó en la Acción Católica para promover la evangelización y fue adorador nocturno en Almería al igual que su padre. Vinculado a los Padres Dominicos, ingresó en el noviciado de Almagro pero descubrió que su auténtica vocación era el matrimonio. El 1 de febrero de 1936 contrajo matrimonio con Elvira Enciso Reynaldo en la iglesia parroquial de Santiago de Almería.
         Detenido junto a su padre, Rafael Calatrava Ros, sufrieron prisión junto a los beatos Ventaja y Medina Olmos. El veintiséis de septiembre sucedió lo que recordaba un testigo ocular: «Por referencias recogidas de los que sobrevivieron al martirio en el barco prisión Astoy Mendi, el Siervo de Dios no iba en la lista de esa saca, pero al escuchar el nombre de su padre se levantó para acompañarlo a donde fuera trasladado. Le dijeron que a él no le habían nombrado, a lo que Jaime respondió: ―No importa, yo voy donde vaya mi padre‖. Le dijeron: ―No te conviene‖, pero él contestó: ―No importa‖. Los condujeron juntos a los pozos de Tabernas donde fueron martirizados. No hubo juicio ni defensa, sólo matar».
         Tenía veintidós años y sólo había transcurrido medio año desde su enlace. Su esposa, Elvira, se encontraba embarazada del primer hijo del matrimonio.