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Adoración Nocturna Española

 

Adorado sea el Santísimo Sacramento   

 Ave María Purísima  

 
 

Liturgia de las Horas

 

Santos y Beatos

Nª Sª de la Academia, ÁNGLES CUSTODIOS, Saturio er, B. Antonio Chevrier pb.

 

 

 

 

5BEATA FLORENCIA CAEROLS MARTÍNEZ (1890-1936).

Obrera católica, virgen y mártir en Rotja (Valencia). Era miembro del apostolado de la Oración, las Marías de los Sagrarios y la Vela Diurna.

Oración colecta

         Dios todopoderoso y eterno que concediste al beato José Aparicio Sanz y compañeros mártires la gracia de morir por Cristo, ayúdanos en nuestra debilidad para que así como ellos no dudaron en morir por ti, así también nosotros nos mantengamos fuertes en la confesión de tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

JOSÉ LEÓN MONTERO (1896-1936)

Laico, casado, padre de cinco hijos, natural de Belmez. Adorador nocturno.

+ 2 de octubre de 1936 en Belmez / Doña Rama (Córdoba)

 

      JOSÉ LEÓN MONTERO nació en una familia religiosa y practicante en su parroquia La Anunciación de Belmez. Quedó huérfano de padre muy joven y su madre tuvo que ponerse a trabajar para sacarle adelante a él y a sus cuatro hermanos. Contrajo matrimonio con Josefa en la parroquia de San Juan Bautista de Hinojosa del Duque el 28 de mayo de 1922. Nacieron 5 hijos. Al comenzar la Guerra Civil era administrativo en una empresa de minas de Peñarroya aunque la familia residía en Belmez. José era un hombre afable, algo tímido, religioso y muy eucarístico y participaba en varias asociaciones de la parroquia como la A.N.
      La relación con los mineros se fue estropeando desde febrero de 1936. Tras el 18 de julio de 1936, la Guardia Civil de Belmez abandonó sus puestos y con ello llegó la violencia y la hostilidad a la vida diaria. Quemaron la iglesia. Después llegó la detención de personas, en especial aquellas que eran cristianos destacados y, otras, por motivos políticos. Murieron unas 43 personas en los días 18 de agosto y 2 de octubre.
      D. José fue detenido a primeros de julio y encarcelado en el, hasta entonces, convento de las Concepcionistas. Era 2 de octubre. La mañana de ese día, desde la plaza, fueron nombrando uno por uno a los que iban a asesinar y sus nombres eran coreados por la gente con la expresión ―al saco‖, sentenciándolos a la muerte. Y los ataron. Llevaron a todos a un lugar de la carretera entre las localidades de Belmez y Doña Rama. El párroco, don Manuel Ruiz Caballero, les alentó y dio la absolución antes de que comenzasen las descargas. Tras ello, rociaron los cuerpos con gasolina y les prendieron fuego.