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Adoración Nocturna Española

 

Adorado sea el Santísimo Sacramento   

 Ave María Purísima  

 
 

 

2023

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Temas de reflexión

Febrero

Adoración y Reparación

          “¡Ahí está Jesús! ¡No dejadlo abandonado!”

          Siempre es bueno recordar que venimos a la adoración porque Dios previamente nos ha llamado. Primero, Él, “el Dios vivo y verdadero, llama incansablemente a cada persona al encuentro misterioso de la oración”. Segundo, nosotros respondemos “esta iniciativa de amor del Dios fiel es siempre lo primero en la oración, la actitud del hombre es siempre una respuesta.” ¡Qué privilegiados somos de ser llamados a este encuentro con Dios!

          Y para encontrarse con Dios hay muchas maneras, lo sabemos: su presencia está en la Sagrada Escritura, por su palabra, donde dos o tres se reúnen en su nombre por su promesa; en nuestros corazones, por la gracia; en los sacerdotes como en sus ministros... Sí, todo eso es cierto, pero, "sobre todo, (está presente) bajo las especies eucarísticas".

          Entonces, ¡doblemente privilegiados de ser llamados a este encuentro de oración y a este encuentro con la Eucaristía! Recordemos que el modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella “como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos”.

          Estas varias maneras de presencia llenan el espíritu de estupor y llevan a contemplar el misterio de la Iglesia. Pero es muy distinto el modo, verdaderamente sublime, con el cual Cristo está presente a su Iglesia en el sacramento de la Eucaristía, que por ello es, entre los demás sacramentos, el más dulce por la devoción, el más bello por la inteligencia, el más santo por el contenido; ya que contiene al mismo Cristo (san Pablo VI  Mysterium fidei).

          Y, sin embargo, ¡cuántos no escuchan esta llamada! ¡cuánto desprecio e indiferencia ante esta sublime presencia! Por eso, estamos llamados a la Adoración sí, pero a la adoración reparadora. Que repare tanto amor ofendido, tan poca respuesta a un Amor tan grande. Esta vigilia mensual, que sea de adoración y de reparación.

          Tenemos ejemplos de adoración reparadora en la Sagrada Escritura. Cuando María Magdalena se adelanta y llora ante Jesús sus pecados, y limpia con sus lágrimas los pies de Jesús; cuando, más tarde, María en Betania, de nuevo, se pone a sus pies y rompe un frasco de perfume en honor de Cristo.     

          También nosotros en esta velada nos vamos a colar en la sala donde está Jesús; somos conscientes de nuestros pecados, y de cuántas veces no hemos respondido a su llamada o no hemos hecho aprecio de su presencia… pero venimos, como María a reparar. Primero, nuestros propios pecados.

          Se trata de que, esta noche, hagamos como María: “colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.”

          Queremos acompañar hoy a Jesús con especial cariño porque somos conscientes de que nos ha perdonado mucho. También nosotros somos unos pecadores. ¡Él ha pasado por alto muchas de nuestras indiferencias! Nos ha perdonado una deuda no simplemente de unos “eurillos”, le debíamos millones, ¡pero todo nos lo ha perdonado! ¿Cuál de los dos amará más?» «Pienso que aquel a quien perdonó más».

          Y no sólo eso, esta noche no se trata simplemente de ponernos a los pies de Jesús (adorar) agradeciendo su amor que nos ha perdonado (reparar), sino también de poner amor donde otros han puesto desamor. De poner detalles de cariño donde otros se han olvidado totalmente. A Jesús esas faltas de Simón también le afectan y le duelen. Pero, por suerte, tiene a María que sabe bien cómo consolar a Jesús:

          “Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies.”

          Imitemos a María, no a Simón. Adoremos y reparemos. Con la misma amorosa audacia… “Cuando veo a la Magdalena adelantarse, en presencia de los numerosos invitados, y regar con sus lágrimas los pies de su Maestro adorado, a quien toca por primera vez, siento que su corazón ha comprendido los abismos de amor y de misericordia del corazón de Jesús, y que por más pecadora que sea, ese corazón de amor está dispuesto, no sólo a perdonarla, sino incluso a prodigarle los favores de su intimidad divina y a elevarla hasta las cumbres más altas de la contemplación” (Carta de santa Teresita).

          También los Santos nos animan a la adoración y la reparación…, como san Manuel González. Gran apóstol de los sagrarios abandonados… después de aquella experiencia que él tuvo en aquel pueblecito andaluz, su primera parroquia, y ver el sagrario tan olvidado, sucio y descuidado. Aquello le marcó para siempre. ¡Cómo podemos tratar así a Jesús!

          fuime derecho al sagrario. Ahí mi fe veía a un Jesús tan callado, tan paciente, que me miraba, que me decía mucho y me pedía más, una mirada en la que se reflejaba todo lo triste del Evangelio: lo triste de no tener posada, de la traición, de la negación, del abandono de todos”

          Con qué fuerza nos dice hoy estas palabras:

          ve al Santísimo, te espera desde hace miles de años, solo a ti. Quiere verte a ti. Da igual el enfado, el poco tiempo que tengas. Da igual que te sientas alejado de él, que no entiendas, que te cueste. Entra, mírale y observa. Tú le necesitas y Él te necesita. ¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está!”


¡NO LO DEJEN ABANDONADO!

            Preguntas:

¿Soy sensible a las distintas presencias de Cristo, además de la Eucarística?

¿Reparo con pequeños gestos de amor el desamor de los hombres?

¿Tengo “adoptado” un sagrario, donde visitar a Jesús?