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Adoración Nocturna Española

 

Adorado sea el Santísimo Sacramento   

 Ave María Purísima  

 
 

 

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Temas de reflexión

Mayo

Adoración con María

Ave verum, corpus natum de Maria virgine

          Reavivemos nuestra fe eucarística. Pidamos este don en esta noche. Señor yo creo en el Santísimo Sacramento, ¡pero aumenta mi fe!

          Hagamos esta vigilia de Adoración con María. Pidámosle a ella que nos enseñe a adorar, que aumente nuestra fe en la Eucaristía.

          La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe. Ella debe ser ejemplo para nosotros. Igual que Ella, en la fe, acogió el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que «nada es imposible para Dios» y dando su asentimiento: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Pidamos también nosotros que la gracia mueva nuestra voluntad para que nuestro entendimiento asienta la verdad del Sacramento de Amor.

           De María podemos decir lo que Isabel «¡Dichosa la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» También por su fe eucarística. Por esta fe todas las generaciones la proclamarán bienaventurada. Durante toda su vida, y hasta su última prueba cuando Jesús, su hijo, murió en la cruz, su fe no vaciló. María no cesó de creer en el «cumplimiento» de la palabra de Dios. Por todo ello, la Iglesia venera en María la realización más pura de la fe.

           ¿Cómo imaginar los sentimientos de María al escuchar de la boca de Pedro, Juan, Santiago y los otros Apóstoles, las palabras de la Última Cena: «Éste es mi cuerpo que es entregado por vosotros»? Aquel cuerpo entregado como sacrificio y presente en los signos sacramentales, ¡era el mismo cuerpo concebido en su seno! Recibir la Eucaristía debía significar para María como si acogiera de nuevo en su seno el corazón que había latido al unísono con el suyo y revivir lo que había experimentado en primera persona al pie de la Cruz (Ecclesia de Eucharistia, Juan Pablo II).

           La Escritura nos da ejemplo de esta adoración y fe muy especialmente en María. En María cuando acoge en su seno al Verbo hecho carne, y en María cuando de nuevo acoge a Cristo muerto al ser bajado de la Cruz. En ambos momentos María adora con fe profunda el cuerpo de Cristo y nos da ejemplo de ello, en la alegría y en la adversidad.

           María adora al Verbo hecho carne, en la alegría de que además es su Hijo. Cuando el Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, entra en su casa y le dice: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo» … ¡Hasta qué punto eran verdad estas palabras! Llena de Dios, y tan cerca de Él que hasta lo va a llevar en sus seno. Y nosotros, de qué manera tan parecida podemos oír al ángel que nos dice lo mismo cuando vamos a comulgar. “Te vas a llenar de Gracia. El Señor va a estar contigo”

           María se turba ante la grandeza de este misterio de la encarnación. “quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.” ¿También nosotros nos rendimos ante la majestad de Dios en la Eucaristía?

           «No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin». Y también, «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios”.

           El anuncio es impresionante. Todo un Dios quiere tomar carne humana, y lo quiere hacer en el seno de María. Dejar modelar su cuerpo durante nueve meses por esta bendita madre. ¡qué comunión tan profunda entre Madre e Hijo! Pero no menos impresionante es la respuesta: fe y adoración de María:

           Ella cree de veras que no hay nada imposible para Dios por eso dice entonces: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra». Adora humillándose como una sierva del Señor, y cree en la palabra transmitida por el ángel. ¡Qué dichosa María!

           Pero su actitud no cambia en los momentos de dificultad: Cuando junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Y al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.

           María “stabat”, con esa actitud de oración y ofrenda entre los judíos, Stabat Mater Dolorosa iuxta crucem lacrimosa… Sigue adorando a Jesús, su cuerpo entregado en la cruz. Y cree en su palabra, cuando Él le confía un nuevo hijo, miles de nuevos hijos. Ella cree que está engendrando una multitud de hijos para la Gloria.

           Cuando, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús y fue también Nicodemo, tomaron entonces el cuerpo de Jesús y según la Tradición (que se refleja en esa tremenda estación del viacrucis) Jesús es puesto en manos de su Madre. ¡Gran misterio de piedad! María adora de nuevo el cuerpo muerto de Cristo y cree, a pesar de la oscuridad, cree en la Resurrección. Sabe que Aquél a quien envolvieron con vendas, agregándole la mezcla de perfumes y sepultaron en el sepulcro había de Resucitar.

           Una vez más María, cree y adora, adora y cree…

           También los Santos nos animan a hacer esta adoración en la fe, como Tomás de Aquino, aquel cantor de la Eucaristía a quien el Papa encargó componer el oficio del Corpus, junto a Buenaventura. Y una vez el segundo escuchó lo que había escrito el primero, con humildad retiró su propuesta: ¡Era muy grande el himno de fe eucarística! Podemos pensar el Adorote devote, recitado por María. También en ese otro hermoso himno eucarístico:

Ave, verum Corpus natum

De Maria Virgine…

Preguntas:

¿Estoy cuidando el mes de mayo, mi relación filial con María?

¿Hago las flores con cariño y devoción?

¿Le presento a la Virgen alegrías y penas o sólo le cuento tristezas?

¿Cuido la devoción del Angelus a las 12.00?