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Adoración Nocturna Española

 

Adorado sea el Santísimo Sacramento   

 Ave María Purísima  

 
 

 

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Temas de reflexión

Agosto

Corazón a Corazón.

         Solemos decir que en el cielo veremos a Dios “cara a cara”, así nos lo enseña san Pablo. Ahora por la fe le vemos “como en un espejo”, una especie de reflejo atenuado y esquivo. Sin embargo, ahora ya en la tierra, cuando nos arrodillamos delante de la Eucaristía podemos estar ya con el Señor “corazón a corazón”.

         Los tiempos de adoración, más aún si lo hacemos en la intimidad de la noche, sirven para abrir nuestro corazón a Jesús, contarle nuestras preocupaciones y proyectos. Y también sirven para que Jesús nos abra su corazón, para que nos cuente sus deseos y sentimientos. En ese corazón a corazón está cifrado la garantía del cielo. Para ver a Dios cara a cara, hay que empezar ahora a hablar con él corazón a corazón.

         El Papa Francisco nos ha dejado un precioso documento sobre el Amor humano y divino del Corazón de Cristo. En él hay algunos puntos en los que habla de la Eucaristía, como este en el que nos recuerda al gran santo inglés.

         “San John Henry Newman tomó como lema la frase «Cor ad cor loquitur», porque más allá de toda dialéctica, el Señor nos salva hablando a nuestro corazón desde su Corazón sagrado. Esta misma lógica hacía que para él, gran pensador, el lugar del encuentro más hondo consigo mismo y con el Señor no fuera la lectura o la reflexión, sino el diálogo orante, de corazón a corazón, con Cristo vivo y presente. Por eso Newman encontraba en la Eucaristía el Corazón de Jesucristo vivo, capaz de liberar, de dar sentido a cada momento y de derramar la verdadera paz al ser humano”. (Dilexit Nos 26.)

         La verdad más profunda de Dios y de nosotros mismos no está en los libros sino en su Corazón. Y cuando somos capaces de arrodillarnos ante él, se abre una pequeña puerta, en que humildemente nos podemos introducir para descubrir los inmensos tesoros que esconde. Al arrodillarnos ante Jesús, también se abre nuestro corazón cerrado y endurecido, y dejamos que Jesús entre en él, y también nos descubra que está lleno de tesoros, que Él puso ahí, quizá oculta por nuestra miseria y pecado está la marca imborrable de su Amor y los talentos que él nos dio. Arrodillarse es un acto adoración, pero también de humildad. Por lo primero se abre el Corazón de Cristo, por lo segundo se abre el nuestro. Y así, en un corazón a corazón, en un diálogo de amor, descubrimos que los sinsentidos de nuestra vida se deshacen y adivinamos el significado de los misterios de la vida de Cristo. Pidamos al Señor que nuestro corazón lata con el suyo, que esta unión, este vínculo vaya purificándolo de nuestra miseria moral y espiritual. Newman lo decía así:

         «Sacratísimo y muy amado Corazón de Jesús, estás oculto en la Santa Eucaristía y sufres aún por nosotros. […] Te venero, pues, con todo mi mejor amor y reverencia, con mi ferviente afecto, con mi mayor sumisión y la más resuelta voluntad. Dios mío, cuando condesciendes a sufrir que te reciba, te coma y te beba, y por un momento estableces tu morada en mí, haz que mi corazón lata con el tuyo. Purifícalo de todo lo que es terrenal, de todo lo que es orgullo y sensualidad, de todo lo que es duro y cruel, de toda perversidad, de todo desorden, de toda mortandad. Llénalo tanto de ti, que ni los acontecimientos del momento ni las circunstancias de la época tengan poder de alterarlo, sino que en tu amor y en tu temor pueda hallarse en paz».

         ¿A qué personas les abres tu corazón? ¿por qué motivos? ¿Qué sueles hacer para abrir el corazón a Dios? ¿Has sentido alguna vez que Jesús te abre su corazón?