Después de haber señalado que la Eucaristía es una acción de Cristo, en la que Él mismo nos invita a participar; hemos de considerar ahora como se realiza esa acción. O sea, cómo se lleva a cabo la celebración litúrgica.
¿Qué significa Liturgia? “En la tradición cristiana la palabra “Liturgia” significa que el Pueblo de Dios toma parte en la “obra de Dios”. Por la liturgia, Cristo nuestro Redentor y Sumo Sacerdote, continúa en su Iglesia, con ella y por ella, la obra de nuestra redención” (cfr. Catecismo, n 1069).
Esta “obra de Dios” que es la liturgia, la lleva a cabo la Iglesia en la celebración de los Sacramentos, en la Evangelización. Y al participar en la liturgia, en la “obra de Dios”, el cristiano se une a Dios, en su Hijo Jesucristo.
¿Cómo se desarrolla la acción litúrgica en la Misa?
“La liturgia de la Eucaristía se desarrolla conforme a una estructura fundamental que se ha conservado a través de los siglos hasta nosotros. Comprende dos grandes momentos que forman una unidad básica:
-la reunión, la liturgia de la Palabra, con las lecturas, la homilía y la oración universal;
-la liturgia eucarística, con la presentación del pan y del vino, la acción de gracias consecratoria y la comunión.
La Liturgia de la Palabra y liturgia eucarística constituyen juntas “un solo acto de culto”; en efecto, la mesa preparada para nosotros en la Eucaristía es a la vez la de la Palabra de Dios y la del Cuerpo del Señor” (n. 1346).
“Un solo acto de culto”, y dos grandes momentos: “liturgia de la Palabra”; “liturgia eucarística”.
En el primer momento –“liturgia de la Palabra”- oímos palabras que, inspiradas por el Espíritu Santo, han quedado escritas para siempre en los libros sagrados del Antiguo y del Nuevo Testamento.
Esas palabras son un testimonio vivo de la acción de Dios en la historia de los hombres; acción que comenzó con la creación de nuestros primeros padres y seguirá hasta el final de la presencia del hombre sobre la tierra.
Las lecturas del Antiguo Testamento narran las actuaciones de Dios con el pueblo escogido de Israel, que debía mantener la fe en Dios Uno hasta la llegada del Hijo de Dios, Cristo, el Mesías, que nos iba a revelar a Dios Uno y Trino.
Los textos del Nuevo Testamento son de dos tipos: los que narran los hechos y dichos del mismo Jesucristo, Dios y hombre verdadero, que vive, trabaja, come, sufre con los discípulos, y que se leen en el Evangelio; y las enseñanzas de los apóstoles, que se leen en las Lecturas.
El sacerdote predica la homilía, para facilitar a los fieles la comprensión del misterio que se está celebrando, y a la vez, el sentido de las palabras de los textos sagrados que se acaban de leer.
Y termina la Liturgia de la Palabra con la manifestación de la Fe, que es el recital del Credo, y la Oración de los Fieles. Confesión de Fe y oración en comunión de los santos, que expresan esa unidad de corazón y de alma, que vivieron en su momento los primeros cristianos, y que hemos de mantener viva dentro de la Iglesia, todos los cristianos hasta el fin de los tiempos.
Cuestionario.-
-¿Escuchamos las palabras de las Lecturas y del Evangelio como lo que verdaderamente son, como palabras de Dios?
-¿Renovamos personalmente nuestra fe, al recitar el Credo con todos los fieles que viven con nosotros la Eucaristía?
-Al rezar la oración de los fieles, y elevar nuestras peticiones a Dios, ¿nos acordamos de rogar especialmente por las intenciones del Santo Padre?
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