Y todos los demás obispos que, fieles a la verdad,
promueven la fe católica y apostólica… (XI)
En esta ocasión volvemos a la Plegaria Eucarística buscando esas luces que esclarecen mutuamente teología y oración. En este caso partimos de una frase del Canon Romano (Plegaria Eucarística 1ª) en el recuerdo de los vivos. Ya vimos en meditaciones anteriores, se trata de una alusión a todo el Colegio Episcopal (Sucesor de los Apóstoles). Pero la alusión a las características de la fe promovida por ellos, católica y apostólica, nos permite ver no sólo una alusión al Colegio, sino también una agradecida consideración a la multitud de Iglesias Rituales, que son Iglesia católica, están en su comunión y la hacen presente, en muchas partes del mundo y entre muchas culturas.
Dentro de la unidad del Rito Romano (también llamado Latino, por la lengua madre que usa) se dan diversas tradiciones litúrgicas recuerdo de antiguas verdaderas Iglesias Rituales que en el pasado hubo en Occidente, como aún las hay en Oriente. Del mismo modo, la Liturgia romana propiamente dicha, conoce diversas formas, dada su gran extensión geográfica y sus diversidades espirituales: Diócesis, Naciones, Órdenes religiosas (hoy incluso otras realidades eclesiales nuevas), gozan de adaptaciones más o menos profundas de la Liturgia romana, hasta llegar a que éstas sean llamadas “ritos propios” (en sentido lato).
Pero es, sobretodo en Oriente, donde perviven no sólo entre los hermanos separados Ortodoxos, sino en plena comunión con la Católica otras antiguas Iglesias rituales, con una forma propia completa de vivir la misma fe y celebrar los mismos sacramentos. Dichas Iglesias tienen una tradición propia de vivir la fe común, que se ha traducido históricamente en unas formas litúrgicas propias, un estilo teológico y espiritual propio y un mismo ordenamiento canónico nacido en su tradición local.
Se agrupan estas Iglesias de Oriente en torno a las grandes sedes eclesiales de la antigüedad, ligadas normalmente a los Apóstoles o sus más cercanos colaboradores: Antioquía (en Siria), que da origen a los siro-occidentales, a los siro-orientales o caldeos (Irak), que se expanden hasta la India, dando lugar a su vez a los siro-malabares; de la Iglesia siro-occidental son también hijas todas la Iglesias englobadas en el apelativo de bizantinas (Turquía, Grecia, Bulgaria, Rusia…), llamadas en Oriente muchas veces melkitas; la otra gran sede seráAlejandría (en Egipto), que da origen a la Iglesia llamada copta y a su hija del sur la etiópica. Junto a estas sedes tan importantes de la antigüedad, se mantuvieron por motivos históricos otras menos conocidas, como la de los Montes del Líbano, en torno a sus cenobios, que da origen a la Iglesia maronita; o la del primer reino confesionalmente católico de la Historia, Armenia, que da origen a la Iglesia llamada armena.
Muchos concilios, los que llevan el apelativo de “ecuménicos”, fueron expresión visible de esta realidad eclesial de la unidad en la diversidad. El último de ellos el Concilio Vaticano II, en el que participaron padres de todas estas Iglesias rituales y además, durante cuyas sesiones se celebró la Eucaristía, en casi todas estas formas rituales propias en san Pedro del Vaticano.
Dada la importancia de este tema, especialmente si se quiere revalorizar el concepto de colegialidad y sinodalidad, o se considera la necesidad y criterio para inculturar en la fe a todos los pueblos, el Catecismo lo trata bajo el epígrafe de “Diversidad litúrgica y unidad del Misterio” en nn. 1200 a 1209.
La diversidad ritual, en un mundo de comunicación veloz, implica y exige gran madurez humana y en la fe. Como en otros aspectos afectados por la “globalización”, aquí eclesialmente se pide reconocimiento y valoración de lo ajeno, tanto como conocimiento profundo y fidelidad a la tradición propia. Se ha de evitar tanto la intolerancia soberbia como el sincretismo nacido de complejos, o de dejarse llevar por modas. Caminamos posiblemente hacia una Iglesia cada vez más plural en sus expresiones; necesitamos claridad sobre los puntos focales que aseguran la comunión y, desde ellos, verdadero sentido de comunión y de identidad. Estas virtudes no sólo ayudarán a la Iglesia sino que la harán poder ser ése a modo de sacramento de la unión de todos los hombres con Dios. También en nuestra patria, España, si vivimos este sentido de unidad en la diversidad podremos ayudar no poco a la paz social. Por desgracia, donde los nacionalismos políticos han primado sobre el sentido de la fe, se ha visto la merma de la Iglesia y la crisis de la paz social.
Cuestionario para la reflexión y el diálogo en grupo.
- ¿Vives la liturgia con espíritu de comunión, en el equilibrio entre el respeto por las normas litúrgicas y la valoración de las legítimas diversidades o adaptaciones?
- Siguiendo los consejos de san Juan Pablo II en su Luz del Oriente ¿procuras conocer las “otras liturgias” y tradiciones cristianas para descubrir sus tesoros y enriquecer tu vivencia de los misterios?
- ¿Sabes y conoces de tu propia tradición eclesial latina? ¿Asumes con paz las diversas formas de la liturgia romana? ¿Buscas formarte y conocer el sentido de los diversos elementos de la liturgia romana? ¿Sabes algo de la liturgia llamada mozárabe, la propia de la cristiandad antigua de España?