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Adoración Nocturna Española

 

Adorado sea el Santísimo Sacramento   

 Ave María Purísima  

 

 

2009

 

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“NO TIENEN VINO” (Jn 2, 3)


    María en los planes de Dios, aparte de haber sido predestinada para Madre de su Hijo y Corredentora con É1, tiene una función modélica y ejemplar para todos los bautizados, cuyo verdadero y único modelo es Cristo, pero que necesitaban -para no excusarse con el pretexto de que Jesús era Dios- ver su ejemplaridad reflejada en un espejo puramente humano.

    Cuando hablamos con el Señor, como Jesús cuando lo hacía, debemos sentirnos solidarios con toda la Humanidad, lo cual nos obliga a orar por las necesidades de los demás.

    En eso María es modelo perfecto del orante cristiano.

    Lo es, de manera especial, en el episodio de las Bodas de Canaá, cuando presenta a su Hijo la situación humillante en que estaban a punto de encontrarse los nuevos esposos y sus familiares:

    - “¡No tienen vino!”

    Muchas cosas podemos y debemos aprender en esa oración de María.

    La primera, su brevedad. La Virgen sabe que basta con presentar al Señor las necesidades. Fue consejo de Jesús: “Cuando oréis, no parloteéis neciamente como los gentiles, los cuales se imaginan que por su mucha palabrería serán escuchados. Vosotros no os parezcáis a ellos” (Mt 6,6ss).

    Luego, la confianza. Ante la aparente repulsa de Jesús, que dice no haber llegado su hora, Ella da por hecho que la va a escuchar, y ordena a los criados que hagan lo que Él les diga. Cierto que María pudo hacer esto, porque es la “Omnipotencia suplicante”. Pero a todos ha prometido el Señor que lo que pidiésemos en su nombre nos será concedido.

    Sorprende, en tercer lugar, el carácter material del contenido de la petición: ¡No tienen vino! María se ocupa también de las necesidades materiales de los hombres, y nos enseña a incluirlas en nuestras peticiones para nosotros y para los demás.

    Finalmente, la Virgen solicita de Jesús el milagro sin que se lo pidan -y antes, incluso, de que adviertan la necesidad- los interesados. Ello acrecienta consoladoramente nuestra confianza en su intercesión. Porque no sólo aboga por nosotros recomendando lo que pedimos, sino que está siempre atenta a remediar nuestras carencias, aún antes de que nosotros las percibamos y se las presentemos al Señor.

    En todo esto María debe ser modero del orante cristiano.

    Como Ella, debemos sentir las necesidades todas de nuestros hermanos los hombres y presentárselas a Jesús en nuestra oración.

    Por supuesto, y ante todo, las necesidades espirituales; pero sin descuidar las materiales y terrenas.

    Hemos de hacer nuestras, cuando oramos, las intenciones generales de la Iglesia universal y del propio Prelado, como también las especiales encomiendas que nos hagan las diversas comunidades o particulares.

    Y como Ella en Canaá, le vamos a pedir a Jesús todo lo que los hombres necesitan sin saberlo, y que, por no saberlo, no lo piden.

    -Señor, no tienen vino.

    -Tú sabes. Señor, cuántas cosas les hacen falta -nos faltan a todos- y no nos damos cuenta de que nos faltan. Remédialas Tú, Señor.

 

CUESTIONARIO

  • ¿Estamos plenamente convencidos de que María es la “Omnipotencia suplicante”,  y sabemos por qué?
  • ¿Tenemos fe práctica en la eficacia de la oración?
  • ¿Presentamos al Señor en nuestras oraciones las necesidades de los demás?