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Adoración Nocturna Española

 

Adorado sea el Santísimo Sacramento   

 Ave María Purísima  

 
 

 

2022

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Temas de reflexión

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Triduo Pascual

         MANUAL, pág.  XXXI - V. Adorado sea el Santísimo Sacramento…

         Celebramos el Triduo Pascual, jueves, institución del sacerdocio y de la eucaristía, viernes, la entrega redentora y la victoria sobre el pecado y la muerte, con la resurrección en la vigilia pascual.

         En cada Santa Misa actualizamos toda la redención conseguida una vez para siempre y se hace realidad en el hoy de nuestra vida, “todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre” (Heb. 10,10).

         Nuestra vida, ha de ser, vivir de la Eucaristía, con la Eucaristía y en la Eucaristía, hacer del encuentro con el Señor resucitado en el Sacramento una senda de vida con Él, un camino de santidad en mi vida, para que, con la Verdad, llegue a través del Sacramento a la plenitud de la Vida, el que come de este pan vivirá para siempre.

         Agradezcamos el gran don de su entrega redentora por amor a mí, cuando llegó la plenitud de los tiempos, tiempos de la venida y redención que la actualizamos en cada misa hasta que vuelva, No beberé el vino… Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús.

         Si fuésemos conscientes del don de la redención que se realiza en el Sacramento de la Eucaristía, haríamos de nuestra vida una mayor presencia eucarística, dentro de las obligaciones de cada uno, como lo hacía el labriego de Ars, y todos los santos, conscientes de que la plenitud de la Redención, ya que toda la Santidad de la Iglesia, se encuentra en el Sacramento, desde donde el Corazón Eucarístico de Jesús nos da a beber de la fuente de agua Viva.

         "No podemos vivir sin el domingo” repetían los mártires ante los gobernadores que les prohibían celebrar la Misa. Ellos hicieron de su vida una ofrenda viva, unida a la de Jesucristo, convirtiéndose en corredentores con Él, suplo lo que falta a la pasión de Cristo por la Iglesia, se convirtieron en una Eucaristía viva para la redención del mundo, la sangre de los mártires es semilla de cristianos.

        Sin su entrega del viernes, no podríamos tener la Eucaristía, fruto de su muerte y resurrección.  Con su sangre derramada en la Cruz puso en paz todas las cosas.

         No podemos separar en don de la redención, que se nos da cada día en nuestra senda eucarística, con el sacramento de la Penitencia, ante la gravedad del pecado, Dios responde con la plenitud del perdón, nos recordaba el Papa Francisco.

         Recibir el perdón de Dios de su misericordia, recibir la purificación de nuestros pecados con su sangre en la confesión, para experimentar la misericordia de Dios en nuestros corazones gracias a su Hijo, y ser transformados con el don del Espíritu Santo, viviendo la senda eucarística, la vida de gracia, “vendremos a él y haremos morada en él”, para que mostremos la misericordia y el perdón a las personas con las que nos encontramos cada día.

         El amor del Sagrado Corazón de Jesús se nos manifiesta especialmente en la Eucaristía y en la Penitencia, “el amor ardiente a su Corazón es una imitación de sus virtudes, principalmente de la humildad, del celo, de la dulzura, del espíritu de inmolación; y un celo incansable para suscitar amigos y reparadores, que le consuelen con su propio amor”, nos recordaba san Juan Pablo II.

          En cada vigilia rezamos, como Iglesia,  el acto de desagravio al Corazón Sacratísimo, acto de reparación, hoy tan urgente y necesario, le pedimos al Venerable Luis que lo hagamos en su mismo espíritu, que él tanto insistía, especialmente en este mes que celebramos la plenitud de la redención con el Triduo Pascual, actualidad de desagraviar al Señor a la que  nos anima san Juan Pablo II, “La animación y robustecimiento del culto eucarístico son una prueba de esa auténtica renovación que el Concilio se ha propuesto como finalidad y de la que es el punto central. La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a reparar las graves faltas y delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoración”.

         Desde la Basílica del Sagrado Corazón de Montmartre, en junio de 1980, san Juan Pablo II, nos insiste en la misma idea a nosotros adoradores nocturnos: “desde hace casi un siglo perdura la incesante adoración al Santísimo Sacramento, sin interrupción día y noche. Y sin interrupción hay hombres que rezan, que adoran, que, en el espíritu de Santa Margarita María, ofrecen reparación a aquel Corazón que tanto ha amado al mundo, y al hombre en este mundo, y que recibe de éste tantos ultrajes y olvidos”.

          Vivamos nuestra noche acompañando a Jesús, agradeciendo el don de la Redención, plenitud de la misericordia, que se nos da en la Eucaristía y en la Penitencia, fomentemos la reparación, Jesús mismo nos pide la limosna de tener misericordia con Él, por el olvido, desprecio y persecución y exclusión en la vida de las personas, y sobre todo de la familia y de la sociedad.

         Con el gozo de la resurrección, incrementemos nuestro amor y esperanza en la victoria de Jesucristo sobre el pecado y sobre la muerte, en la espera gozosa de su reino de amor. ¡Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor!

          PREGUNTAS:

         ¿Agradezco en cada Eucaristía que participo en don de la Redención?

         ¿Practico oraciones, actos de consolar y reparar al Señor con otras personas?

         ¿Vivo la misericordia que el Señor me pide y la transmito a las personas?

         ¿Recibo el sacramento de la penitencia para prepararme a la vigilia mensual?